La fiscalía logró la sentencia condenatoria de un hombre por un hecho de abuso sexual simple, es decir que consistió exclusivamente en manoseos, cometido contra una integrante menor de edad de su propio círculo familiar. El caso, que llegó a juicio tras un proceso de investigación que destaca la importancia del testimonio de las víctimas en delitos que ocurren en la intimidad.
La reconstrucción de los hechos
La investigación penal logró determinar que el incidente ocurrió hace algunos años en una vivienda de una localidad cordillerana, cuando la víctima era apenas una niña. El hecho se produjo en un entorno de confianza, aprovechando la cercanía familiar que existía entre el agresor —quien ya era mayor de edad en aquel entonces— y la pequeña.
El caso no salió a la luz de inmediato, sino que se conoció tiempo después mediante lo que los especialistas denominan "develamiento tardío". El recuerdo del suceso surgió de manera espontánea en el ámbito escolar, lo que permitió que la niña pudiera poner en palabras lo sucedido y recibiera el acompañamiento necesario para realizar la denuncia.
El proceso judicial: Pruebas y argumentos
Durante el debate, la Fiscalía sostuvo la acusación basándose en pilares fundamentales: la coherencia del relato, la ausencia de conflictos previos entre la víctima y el imputado y el análisis psicológico.
El veredicto y la condena
La magistrada basó su decisión en la sinceridad y credibilidad de la víctima. Al tratarse de delitos que ocurren en privado, el testimonio de quien sufre el abuso es una prueba central, siempre que sea coherente y esté respaldado por indicios, tal como ocurrió en este proceso.
Finalmente, el tribunal resolvió:
Declarar al acusado culpable del delito de Abuso Sexual Simple.
Imponer una pena de un año y cuatro meses de prisión de ejecución condicional.
Establecer reglas de conducta estrictas por el plazo de dos años.
Entre las medidas impuestas, el condenado deberá someterse a un tratamiento psicológico y tiene una prohibición total de acercamiento y contacto con la víctima por cualquier medio (físico, telefónico o digital), garantizando así la protección y tranquilidad de la joven.

