Fiscalía y Defensa plantearon ante el Jurado Popular, el caso que cada una intentará probar. Antes de eso, el juez técnico leyó las instrucciones iniciales al Jurado, indicando entre otras cosas, qué es prueba y qué no, diciéndoles que deben prestar atención a todo lo que se presente en la sala y que el momento para analizar los testimonios y si prueban la culpabilidad del acusado o no, será recién al final de todo el debate, cuando pasen a deliberar. Tampoco podrán hablar con nadie de lo que está sucediendo en el juicio, ni del caso en sí, ni ver, leer o escuchar ninguna información de estos hechos por fuera de lo que suceda en la sala de debate.
La Fiscalía sostiene que Miguel Alejandro Vargas Nehuen mató a Ana Calfín en un contexto de violencia de género. Más aun, lo que sostuvo la fiscal Rafaella Riccono es que Ana vivió toda su vida inmersa en contextos de violencia, desde la protagonizada por sus propios padres que concluyó con el crimen de su madre, la violencia que recibió de sus parejas, hasta su propia muerte.
Ana, igual que su madre, procuró proteger a su pareja, ocultar la violencia, responsabilizarse a si misma por las lesiones sufridas, como lo hacen muchas mujeres en contexto de violencia de género. Sin embargo, a criterio de la Fiscalía, dejó pistas, algunas muy claras, como lo que le dijo a su sobrina cuando la trasladaban en la ambulancia, “voy a morir como murió mi mamá”. Esas pistas se incorporarán a través de los testigos, para que los miembros del jurado puedan sacar sus conclusiones sobre lo sucedido.
Por su parte la Defensa busca que los jurados se ajusten a la literalidad de las palabras del imputado y de Ana. Que eran una pareja feliz, que fue un accidente y que Vargas solo quiso ayudarla.
Luego declaró el imputado, dando su versión y respondiendo solo preguntas de su defensa. La jornada continuó con la declaración de los primeros testigos.